Hoy
toqué en el club. Estaba lleno el lugar. Entre la multitud estaba ella una chica desconocida, que me hizo recordar mi pasado. Me
encontraba en el escenario cuando cruzamos
miradas. Noté de inmediato que estaba perturbada como si tratara de gritarme
algo. El bullicio del lugar ahogaba los intentos. Me desconcentré de mi
secuencia y la gente empezó a abuchear. Pronto empaté de nuevo las canciones y
todo se olvidó. Busqué a la mujer pero había desaparecido.
Yo fui
el último disc-jockey que se presentó. Hubo tres artistas más, de esos
que tratan de llegar a la fama. No tocan mal pero mi estilo es único en el
escenario underground. Al terminar mi sesión me dirigí a mi
amigo Ghon. Ya se me había pasado el efecto de las anfetaminas que me dio. Quería pedirle algo más fuerte para seguir con la fiesta en mi residencia. Lo
encontré en el camerino con una mujer de ensueño y no lo quise interrumpir. Saqué
el LSD y la coca de sus pantalones y salí de prisa para no toparme con
nadie.
Iba
manejando. No podía sacarme de la mente a esa chica. No entiendo por qué se
parece tanto a ella, a la mujer de mi secreto. No comprendo por que estaba
allí. Me revolví tanto en mis pensamientos que paré para vomitar todo el
alcohol que tenía en el estómago. En ese momento me alcanzó Ghon en su auto. Me
preguntó si estaba bien, si me llevaba. No le contesté. Subí a mi auto y me
alejé escapando del demonio que me acechaba.
Llegué a
mi departamento y como siempre estaba lleno de gente indeseable, que nunca se
va, se cuelga de tu fama y sobre todo de tu dinero. Me dirigí a mi habitación
sin hablarle a nadie. Pasé primero al lado del baño, despues a la habitación
principal que nunca uso y luego a ese cuarto que deseo destruir. Me trae
recuerdos de cuando era feliz y de por qué quiero morir.
Al llegar a mi recámara, el LSD ya lo tenía en el cerebro. Solo pensaba en esa chica de cabellos dorados que me gritaba desde la penumbra del club.
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